domingo, 28 de octubre de 2012

La sorpresa de los números

Anna Cerasoli

Escucha y dime si estás de acuerdo. Veamos:

Todos los hombres son mortales.
Sócrates es un hombre.
Así pues, Sócrates es mortal.

-Pues claro que estoy de acuerdo, abuelo, ¡tiene que ser así a la fuerza!
-Exacto, querido nieto: a la fuerza. En efecto, hay una fuerza interior en ese razonamiento. Verás, es como si las dos primeras proposiciones, llamadas premisas, contuvieran ya en su interior la última, denominada precisamente conclusión. Por eso, el hecho de que "Sócrates es mortal" se impone con la fuerza de la verdad.

-Ahora dime si este otro esquema de razonamiento te convence:

Todos los ratones son grises.
Mi gato no es un ratón.
Así pues, mi gato no es gris.

-Un momento abuelo, dame tiempo para reflexionar. Nosotros no tenemos gato, pero si lo tuviéramos, podría ser perfectamente gris, aunque no sea un ratón. A mí me parece que ese..., cómo se llama... ah, sí, ese silogismo no funciona.

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