viernes, 12 de julio de 2013

Laura y Julio

      Un día, por la mañana, sabiendo que Laura se encontraba en el trabajo, y tras comprobar que las ventanas de los demás pisos estaban cerradas, se asomó al patio y tiró del tendal hasta tener a mano un par de piezas de la ropa interior de su mujer, que descolgó con sigilo. Se trataba de un sujetador y un tanga, ambos recién estrenados, y que poseían la hostilidad de lo nuevo. Se enontraba obervándolos, cuando le sobresaltaron un par de pitidos del móvil. Era un mensaje de Amanda. Le decía que lo invitaba a comer y le pedía que se ocupara un par de horas de su hija. Tras leerlo, Julio volvió a colocar las prendas íntimas en el tendal, las deslizó hasta su posición anterior y cerró la ventana con cuidado. Luego telefoneó a Amanda para confirmarle que se hacía cargo de la niña. Eran las doce del mediodía.

      Llegó a casa  de Amanda a la una y media. Pese a que ella sólo le había visto en un par de ocasiones, una de ellas vestido ya con prendas de Manuel, percibió algo nuevo en él.

-Estás cambiado -dijo.
-Me he cortado el pelo -respondió él.
-No es eso
-He dejado la moto.
-¿Es una decisión importante dejar la moto?
-Sí.


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