domingo, 23 de diciembre de 2012

La bomba

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La hormiga dio sus primero pasos por el interior del objeto.

Echó a correr, feliz por su hallazgo.

Nunca supo qué tocó, qué mordió, qué pasó.

Nunca.

No tuvo tiempo.

La explosión fue terrible y dramática, lo mismo que si el mundo estallase,  reventando con un alarido seco e impotente, el grito final de la rabia y la desesperación.

Ying Tao, Hamid y Juan Pablo cayeron al suelo. Un súbito viento los barrió de la faz de la tierra, que, a su vez, tembló de una forma extraña bajo sus pies.

Medio sordos, cubiertos de polvo y muy asustado, miraron hacia atrás.

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